Amoebo: «Estamos manejando un trasatlántico con el timón de un yate»

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Conocemos más a fondo a Amoebo, proyecto musical encabezado por Aaron Valle que funda su identidad en la conjugación entre desinhibición escénica y banalidad temática

Foto: Leo López

La eficacia de la banalidad como medicina para las afecciones características de la rutina es evidente. Su condición desinhibida y trivial transforma temporalmente la incertidumbre en una circunstancia de la vida, que asumimos distendidamente en el entramado catártico de la evasión. Sobre su aplicación al campo de la música, aún prevalecen ciertos obstáculos que nos impiden concebir lo banal como una perspectiva compositiva que no solo contribuye a la diversión, sino que sublima la reivindicación absoluta de la complejidad humana. Desde Cool Coruña, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Amoebo, formación coruñesa liderada por Aaron Valle que articula las premisas fundamentales de su personalidad en la desinhibición estética y la banalidad temática. P: ¿Qué es Amoebo? ¿Cómo te definirías?

R: Amoebo es un proyecto muy fiestero que inauguro yo (Aaron Valle) al que se van sumando capas. Ya desde el principio se sumó David Fernández y ahora es el 50%, y en los directos estamos llevando a cuatro bailarinas de Tempo 154. Amoebo es un proyecto de música para bailar, distendida, para pasárselo bien, que aborda siempre temáticas divertidas y banales. Nos gusta mucho interactuar mucho en los conciertos y, sobre todo, presentar un pedazo de show que incluya no solo la parte musical, sino también la parte visual, coreográfica y escenográfica, y liar unas buenas fiestas.

P: Tú último trabajo discográfico “Escándalo No Escuro” es un doble EP con cara A y cara B, bien diferenciadas porque enfocan tu eclecticismo estilístico de maneras diferentes. La cara A se aproxima más pop idol-electrónico/ synthpop con tintes urbanos, mientras que la cara B rompe por completo con ese componente rock, graves pesados, e incluso un sonido familiar al metal, e incluso se produce un cisma temático, más efervescente, oscuro y reivindicativo en la cara B. ¿Esta apuesta, además de recuperar la esencia de las caras de los vinilos, que es lo que la motiva? ¿Es una muestra de esa dicotomía que se puede dar en la personalidad? ¿De dónde sale esta apuesta tan arriesgada?

R: Fue un proceso bastante natural. Algunas de las canciones que integran el disco se compusieron a principios de 2024, con expectativas de seguir haciendo música y sin saber que íbamos a hacer un álbum ni nada. Cuando nos pusimos en la recta grande de composición, acabando el verano y después de haber girado tanto, como banda pequeña como somos pues nos vimos abrumados, por el hecho de pasar de tocar en salas pequeñas a festivales con muchísima gente, y haber conocido un poco más por dentro la industria musical. Entonces, la cara B sale de esas cosas que te encuentras que pican un poco, de cómo se siente uno por dentro en este mundo de la música que va tan rápido y asfixia tanto, de cómo te come un poco el ego y hay que intentar mantener los pies de la tierra, es decir, de esa parte de Amoebo, que parece que se quiere comer un poco el personaje y hay que mantenerlo a raya.

P: En ambas caras incluyes un skit o interludio, una práctica poco habitual en los formatos actuales. ¿Consideras necesario incorporar un intervalo que sirva de transición sonora en proyectos como este?

R: Sí. Cuando conceptualizamos lo de hacer el doble álbum, que vino dado porque David y yo nos encontrábamos componiendo dos estilos muy distintos, que sí que es cierto que comparten una pieza uniforme urbana en ambos, pero la cara A es mucho más synth pop y la cara B tiene más guitarras. Entonces, en este punto de composición decidimos separar los dos álbumes, e incluir una canción de un minuto o skit que identificase cada cara. A partir de ahí, cogimos algunas de las 30 demos que hicimos para hacer la selección de las 14 mejores para el álbum, y algunas de las que no iban a ser canciones definitivas las transformamos en un skit, cada uno de una cara que las identificase. De ahí salió el skit A, que es una canción A muy urbana que sí que tiene voz, pero no dice mucho e identifica la esencia urbana de la cara A, mientras que la cara B era una canción completa que la redujimos al solo de guitarra, que es muy metalero y oscuro, hecho en armónica menor, muy rápido, además. Creíamos que esto daría uniformidad a las caras del álbum, y que al mismo tiempo se concibiesen separadas.

P: Polémica, provocación, oscuridad, sexo, pasión, ansia, medo ou dor son algunos conceptos que abordas en el doble álbum. ¿Consideras que aún existe un cierto tabú con la transgresión en la música?

R: Creo que sí. No considero que ocurra en la escena global, porque sí que es verdad que los números están ahí, y las canciones de artistas como Bad Gyal hablan de sexo y drogas, que no se cortan un pelo, están en lo alto. También pasa con otros artistas que no son tan grandes, pero que también son muy escuchados, como Métrika, La Zowi o Yung Beef, es decir, hay artistas muy polémicos y que funcionan. No obstante, en la escena gallega está regular visto, y de hecho es una de las críticas que recibimos, la cual yo acepto totalmente. Pero, la pregunta es, ¿por qué si es en gallego hay más tabú con esto? Se ha hecho en inglés, se ha hecho en castellano, y parece que ahora los gallegos hacemos música muy gallega, y nosotros tampoco buscamos eso. Buscamos hacer música actual en gallego, música que nos guste, y considero que romper ese estereotipo y poder hablar de temas como el sexo de manera abierta, directa y picante, o como pasa en la cara B, que hablamos de temas más polémicos, abre el camino para que la música en gallego se generalice.

P: Para terminar. ¿Desde un punto de vista independiente, cómo se aborda un proyecto tan ambicioso como el vuestro, en el que incluís la parte coreográfica en vuestros directos?

R: David tiene una frase muy buena, que es que “estamos manejando un trasatlántico con el timón de un yate”, y es así. Nosotros nos propusimos esto y estamos muy orgullosos, porque solo basta verlo en los directos, es una puesta en escena que no se ve en grupos tan pequeños, porque económicamente es una locura, hay que hacer malabares por todos lados. Si hacer malabares con los números para una banda o un artista normal ya es difícil, imagínate si incluyes las bailarinas, el vestuario, la escenografía y todo lo que conlleva. Además, esto no repercute solo a nivel económico, sino a nivel personal. Al final incorporas a más personal, y también cuesta el tiempo de cada persona, porque aquí todos trabajamos (risas). Además, yo ahora bailo, y no sabía bailar, tuve que aprender. Sin embargo, siempre hemos buscado esto, no conformarnos como artista y seguir creciendo, y llegar a la mejor versión de nosotros mismos que se pueda, y eso se ve reflejado en el directo, por eso queremos llevar siempre una puesta en escena lo más espectacular posible. El año pasado, en los últimos conciertos que dimos, cuando el show ya estaba muy pulido, la gente flipaba, y este año será multiplicado por diez. Nos ha dado muchísimo trabajo y muchísima inversión de dinero, pero es que una vez te subes, lo vives y luego ves los vídeos y ves lo que has hecho, te das cuenta de que merece la pena, pero es muy complicado en todos los sentidos.

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