Hablamos con Irene Villalva, artista plástica e ilustradora instalada en A Coruña que reconstruye el concepto de la belleza a partir de la imperfección cotidiana y la evidencia del paso del tiempo
La concepción de la belleza está supeditado a las premisas de la subjetividad. Su naturaleza volátil y personal se traduce en una capacidad innata para adaptarse a las diferentes vertientes artísticas que han ido apareciendo a lo largo de la historia. Entendida la belleza como una virtud pseudodivina o una cualidad que podemos observar en los pequeños detalles del día a día, la esencia de su significado perdura en sus diferentes interpretaciones. Desde Cool Coruña, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Irene Villalva, artista plástica que desarrolla la particular relación entre la belleza, la psique humana y las huellas del tiempo a través del diálogo entre soportes antiguos y un bolígrafo bic, motor creativo de la sencillez.
P: Para empezar ¿Quién es Irene Villalva?
R: Pues mira, a esta pregunta estuve dándole vueltas para ver cómo podía describirme sin decir a qué me dedico, ni dónde vivo ni cuántos años tengo. En mi caso, como decidí tan conscientemente dedicarme al arte, es algo que viene intrínsecamente y casi ligado a quién soy. Ahora mismo soy artista plástica e ilustradora, me obsesiona la naturaleza humana (quizá por mi pasado en la psicología) y, cómo a muchos creativos o artistas, también me interesa la belleza, pero más que entendida como lo contrario a lo feo, sino como una búsqueda de la magia de la cotidianeidad. Sobre cómo soy yo, soy una persona muy sensible, muy reflexiva, y que hace mucha introspección. Eso me define mucho, intento ser muy fiel conmigo misma a raíz de esa introspección, dentro de un mundo en el que intentan hacer que seas quien no eres. En cuánto a mi obra, como estoy obsesionada con el ser humano, me encuentro explorando su identidad a través de un diálogo entre técnica y soporte. Utilizo bolígrafo bic para dibujar, lo que me supuso un auténtico desafío crear a partir de algo tan cotidiano y sencillo, y uso como soportes mapas, cartas náuticas antiguas, partituras o cualquier otro documento antiguo con algo de solera para crear retratos grandes. De esta manera resuelvo cuestiones que me inquietan sobre la psicología humana.
P: ¿Cómo desarrollas artísticamente el vínculo entre los conceptos de lo decadente, lo olvidado, la imperfección o el paso del tiempo, con la belleza misma y la psicología humana?
R: Por una parte, entiendo que esos conceptos están unidos a la belleza. Siento que es mucho más bello todo lo que se nota que ha vivido, y eso va ligado al tipo de belleza que busco. Entonces, ahí no intervengo, simplemente elijo esos documentos que me transmitan eso. En cuánto a cómo los uno con la psicología, los seres humanos no nos hacemos a nosotros mismos de forma lineal. No somos un base de datos perfectas, sino que representamos un montón de entresijos de cosas imperfectas, de momentos que recordamos según la interpretación que hemos hecho de ellos. A partir de este punto, intento hacer un símil entre estos documentos antiguos que funcionan como soporte con nuestras memorias y vivencias.
P: Te pregunto paradójicamente, por el vínculo que estableces entre la imperfección y la belleza. ¿Eres perfeccionista a la hora de trabajar?
R: Pues paradójicamente sí que lo soy (risas). Es algo de lo que trato de desprenderme porque, al final, yo no vengo de un recorrido de Bellas Artes. Vengo de un recorrido más analítico como lo es el de la psicología, por lo que hago las cosas desde ese prisma. Entonces, sí que soy perfeccionista, pero el hecho de trabajar con tinta directa me obliga a asumir el error, porque no puedo borrar las cosas en las que me equivoco. Es posible que, inconscientemente, elegir esa técnica me ayuda a trabajar esa faceta. Soy perfeccionista con mis obras, pero en mi día a día no me considero una tía así.
P: ¿Cuál es el origen de tu interés por la transitoriedad, la no permanencia o la belleza del paso del tiempo como móviles temáticos, la estética del wabi-sabi?
R: Más que el paso del tiempo, lo que me interesa es la evidencia, la huella que deja. Referencia a aquello que está vivo o ha estado vivo, y creo que cuenta más historias que todo lo que es perfecto.
P: Sobre el «estado de Flow” que aprendiste de la universidad. ¿Cómo es tu proceso creativo en ese estado de inmersión total? ¿Te acercas más al método o al caos creativo?
R: El estado de Flow no es todo el rato, pero cuando nos hablaron del tema en la universidad, sí que me hizo reflexionar y ver el sentido a redireccionar mi camino hacia lo que me hacía estar en ese estado. No obstante, en la práctica artística no consiste en ese idilio de estar absorto sin tener presente el paso del tiempo. Al principio, mi método es muy sencillo. Lo primero que hago es seleccionar los documentos que voy a utilizar como soportes, y luego realizo una serie de bocetos que puedan encajar en la composición con esos documentos. Durante ese proceso sí que hay un aura de estar absorta llevándolo a cabo, de hacer trabajar a la parte derecha del cerebro. Luego se vuelve más un proceso de artesanía, en el hay momentos en los que te involucras y pierdes la noción del tiempo, pero que requiere atención para encajar la composición y mucha paciencia.
P: ¿En qué deriva la pasión del arte cuando se formaliza en una profesión de la que hay que vivir?
R: ¿En qué deriva la pasión? Pues sigue siendo el motor, porque hay que tener pasión para seguir en este camino. De la idealización de vivir del arte bajas a tierra y ves las implicaciones que tiene vivir de esto, que no es simplemente la práctica artística. Te diría que el 20% de mi tiempo lo dedico a crear, y el otro 80% lo invierto en cosas que no quiero hacer, que no sé hacer o que estoy aprendiendo a hacer. Es un camino que se hace cuesta arriba, y que estoy segura de que, si no fuera por la pasión, se vuelve complicado. En mi caso, el tenerlo tan claro me sirve para reafirmarme en que estoy aquí porque es lo que me llena y lo que quiero. Muchas veces no es idílico y es muy solitario. He pasado de trabajar para el público a estar encerrada trabajando en el estudio, pero, en aras de hacer lo que me gusta todos los días, pues hago todas esas cosas que no me gustan.
P: ¿Alguna vez te has servido de inspiración propia para hacer arte, dentro de la temática de la psicología humana?
R: Sí. De hecho, las últimas obras que estoy haciendo abordan conflictos o temas que me surgen. Dentro de estas cosas que no me gustan hacer está el tema de las redes sociales. Ahora vivir del arte implica mostrar tu arte, y eso hace que te muestres vulnerable en muchas ocasiones, y es algo que estaría bien conseguir sin pasar por ciertos aros. Todo lo que conllevan las redes y el autoboicot son temas que reflejo en algunas de mis obras. Como mi proceso es tan largo y son temas tan recurrentes en mi día a día, de alguna manera quedan plasmadas.
P: Para terminar, háblanos sobre proyectos o exposiciones futuras que tengas en marcha.
R: Pues en noviembre tengo una exposición en Ferrol, en un espacio que se llama Sarao, un sitio muy guay la verdad. Se han mudado hace poco a una nave que han rehabilitado y están organizando eventos muy chulos. Luego tengo otra exposición para dentro de un tiempo en San Sebastián, y de momento voy así. También tengo una página web, realizo encargos y hago lo que se me va ocurriendo para poder vivir de esto.