Agostiño Iglesias, fundador de «La Fotera», nos cuenta acerca de las claves de un proyecto que aspira a ser una de las plataformas referentes de la profesionalización fotográfica en Galicia
La expansión masiva de la tecnología e Internet ha impulsado un fenómeno democratizador en el ámbito de la fotografía. Las redes sociales han permitido a sus usuarios una exposición de su trabajo más accesible y con más potencial de audiencia que antaño, y los avances técnicos desarrollados aproximan de forma casi equivalente la calidad gráfica y visual de las cámaras a la comodidad funcional de los móviles. Además, si tenemos en cuenta la notable cantidad de documentación existente en la red para adquirir conocimientos técnicos e históricos sobre la fotografía, la idea de la profesionalización debería ser más que plausible. Sin embargo, la realidad oposita a las teóricas ventajas de la sociedad tecnológica, y no resulta disparatado afirmar que nos encontramos ante una de las tesituras más complicadas para convertir la fotografía en oficio. Las exigencias del mercado ya no se limitan al dominio técnico, sino que se amplían y extienden hasta la excelencia en áreas como el marketing digital, comprensión de la anatomía de las redes sociales y gestión empresarial. Por otro lado, la apertura generalizada de la fotografía incrementa consustancialmente la competencia, lo que dificulta aún más la capacidad de diferenciación y notoriedad, y establece una clara dispersión de la oferta desde la perspectiva de la demanda. Sin embargo, comienzan a abrirse paso proyectos que tienen por objetivo mitigar estos desajustes y armonizar el ecosistema móvil de la industria fotográfico, y uno es gallego.
En palabras de su fundador, Agostiño Iglesias, «La Fotera» constituye «una plataforma que conecta profesionales de la fotografía con clientes particulares o empresas que precisan de servicios fotográficos». A diferencia de otros medios multidisciplinares que realizan una actividad similar, este proyecto se caracteriza por su especialización en el sector de la fotografía, por la simplificación para el cliente del proceso de encargo de los servicios ofrecidos, y por su metodología de trabajo. Una vez el cliente cumplimenta la solicitud gratuita de lo que demanda, se sube a la página web, y de los más de 40 fotógrafos disponibles dentro de la comunidad de «La Fotera», responden voluntariamente aquellos que estén especializados en las exigencias del servicio que el cliente busca. La exclusividad de la propuesta la respalda como fuerte aspirante a consolidarse como la plataforma de fotografía referente en Galicia, aunque dentro de los planes de crecimiento entra expandirse hasta Cataluña, uno de los núcleos sólidos del medio, con la meta nacional en el horizonte.
Sobre la identidad de la plataforma, su finalidad hace que trascienda más allá de su labor como proveedora de servicios. Como se menciona anteriormente, las dificultades implícitas para dedicarse profesionalmente a la fotografía son evidentes. Las posibilidades infinitas que permiten las cámaras de los móviles comportan una reticencia creciente a contratar un servicio fotográfico realizado por un profesional, es decir, la democratización tecnológica también afecta negativamente a la figura del fotógrafo. Como manifestación de esta disconformidad, con un criterio experimentado en el sector, «La Fotera» emerge como abogado de la dignificación y la necesidad de un oficio del que cada vez resulta más complicado vivir, pero que no sucumbe ante los cambios estructurales del mundo. «La fotografía es como la radio. Cuando vino la televisión, Internet o los podcast siempre se dijo que se acababa la radio, pero sigue ahí. Con la fotografía pasa algo parecido, cuando llegó el vídeo decían lo mismo. Cada vez necesitamos más fotografías, la imagen está presente por todos los lados. La fotografía está en auge, y en Galicia aún está un poco infravalorada, de momento», comenta Agostiño.
Retomando la línea de la trascendencia que representa «La Fotera», una parte de su naturaleza enfatiza en la importancia de la conciencia social. Esta vertiente solidaria se ve materializada por el proyecto 3 Enfoques, una iniciativa que nace con el objetivo de destinar una tercera parte de los beneficios anuales de la plataforma a un proyecto animal, social y/o medioambiental, y que ratifica su compromiso con la dinámica y valores de la sociedad vigente. «Hace unos cinco años, comencé a reflexionar sobre por qué muchas personas verdaderamente ricas, una vez que tienen la seguridad de que tanto ellas como sus familias vivirán cómodamente, siguen acumulando riqueza en lugar de compartir su dinero con otras personas o utilizarlo para fines altruistas, como ayudas sociales o el cuidado y la protección de los animales y el medio ambiente, pero ayudas de verdad, desde el corazón. Pensaba que, aún a riesgo de parecer un acto egoísta, en su lecho de muerte, esas personas sabrían que han hecho algo bueno por el planeta y por quienes lo habitamos… y se irían en paz. Por esta razón me extrañaba bastante que no hubiera más personas que compartieran su dinero, por lo que decidí que «La Fotera» sí lo haría», concluye Agostiño.