Conversamos con Julián Lacandona, soñador del progreso que apuesta por la música y el arte como motores del verdadero cambio social

Las páginas de la historia se nutren de grandes nombres. Personajes que, de alguna manera, contribuyeron en los eventos más significativos que han marcado el curso de nuestra existencia. De algunos solo vive su recuerdo como tiranos, y otros descansan en la memoria general como héroes intemporales. Pero la verdad escondida que subyace de la ubicuidad novelada de estas figuras, es que los cambios más notables de nuestra historia nacieron de la conciencia de muchos silenciosos de la eternidad, que encontraron su voz con las melodías de aquellos que no temían a la libertad. Desde Cool Coruña, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Julián Lacandona, firme partidario de un progreso colectivo por el que nunca ha perdido la fe, y por el que aboga en cada melodía y letra de sus canciones. De nuevo, es hora de abrir el telón. Comenzamos.
P.: Empecemos con la que es ya nuestra pregunta clásica, para que los entrevistados os presentéis y compartáis lo que opináis de vosotros mismos. ¿Quién es Julián Lacandona?
R.: ¿Qué difícil, no? La pregunta más difícil primero. Es un muchacho porteño de Buenos Aires, soñador, con muchas ilusiones, con ganas de cambiar la realidad, de hacer arte, de llenar mi mundo de canciones, de pinturas. Soy eso, básicamente. Intento de ser buena persona siempre, hacer un autoanálisis y una autocrítica grande en mí para ser cada vez mejor persona, irradiar eso y contagiar a la gente que está alrededor. Pero soy básicamente un artista.
P.: Mencionas el intento de cambiar la realidad. Tu discografía tiene un componente activista bastante notable, de fomentar un cambio social que puede que aún no se haya materializado. ¿Hasta qué punto la música puede funcionar como agente activo en este sentido?
R.: Yo estudié Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires con la idea de cambiar el mundo. Es el sueño que tuve siempre. Desde muy chico, tuve mucha conciencia social, me involucré desde muy pronto y mucho con la política. Fui el primer intendente escolar de la ciudad de Buenos Aires a los 10 años. Después, cuando terminé la secundaria, fui directamente a estudiar Ciencia Política y empecé a trabajar en polític. Fui asesor de un diputado nacional en Buenos Aires, y tuve realmente un golpe fuerte, una desilusión grande con lo que es el mundo de la política en Argentina pero también en general. Sentí que una persona tan idealista como yo no podía estar encerrado en esas cuatro paredes. Yo ya componía canciones, lo hacía para mí, nadie sabía que yo escribía canciones, y, bueno, hice un cambio. Me pasó algo muy loco: el día que yo renuncié a mi trabajo de político lo hice un día que no me tenía que ir, en un horario en que no podía irme, y en vez de irme en metro me volví caminando a mi casa. Ese día me encontré con un artista argentino que aprecio mucho, Gaspar, que era el cantante de una banda que a mí me gustaba mucho en Argentina. Nos pusimos a hablar en la calle, y ese día terminé sentado hablando con Manu Chao. Tengo acá tatuado La Mano Negra, que es un referente total. Creo que la vida me puso en el sitio que tenía que estar. El mismo día que abandoné mi carrera política se me acercaron dos referentes y me mostraron el camino. Así que, desde ese momento, usé mis canciones como mi revolución, como mi forma de expresar el cambio, de generar conciencia en la gente. La pregunta iba hacia si es posible o no que la música es la materialización del progreso… Yo no sé si lo es realmente. A mí me influenciaron mucho cantantes como Manu Chao, Ismael Serrano o Serrat, por nombrar gente de acá. A mí me fueron marcando el camino, me fueron enseñando cosas, fui aprendiendo al escuchar sus canciones. Conocí muchas cosas de la sociedad, del mundo, a través de ellos. Entonces, creo que quizás no es el motor de un cambio definitivo, aunque en su momento los Beatles hicieron una especie de revolución. Pero sí creo que somos pequeños sembradores de conciencia social. Eso es lo que yo tomo. Quizás antes pensaba más en cambiar el mundo, y ahora más en cambiar mi mundo, la gente que está a mi alrededor, y creo que eso es lo importante.
P.: Como pequeños sembradores de conciencia, también hay, como en todo, un cierto riesgo de corrupción. El músico es responsable de que sus canciones sean un referente para muchas personas. Por eso, ¿crees que el mensaje que se transmite como escritor y como músico tiene que ser responsable, alejándose de una posible alienación, de que a las personas que lo escuchan se les despierte el pensamiento crítico?
R: Sin duda. Creo que los que tenemos un micrófono en mano, no solo los cantantes, los periodistas también, tenemos una responsabilidad enorme porque somos comunicadores, porque la gente nos está escuchando hablar. Creo que, si bien la música tiene una parte musical, a la hora de escribir una letra, de componer una lírica, yo siempre estoy ahí pensando en lo que estoy diciendo, analizando lo que estoy diciendo, tratando de hacer una bajada de línea… Para mí es imprescindible. Entiendo que la música hoy va por otros lados, entonces me parece más imprescindible todavía salir de lo que es lo más comercial de la música. Sé que no es fácil, que hacer letras con una conciencia grande quizás te van dejando afuera de algunos circuitos. Porque realmente la industria es así, es un negocio. Yo la venía viviendo allá en Argentina, hace rato, con toda la explosión del trap y de todas estas movidas que, con todo el respeto que se merecen los artistas, tienen un lenguaje, un lírica vacía, plástica, como digo yo. Entonces, siento que, al haber nacido con una conciencia social importante, tengo que transmitirlo en mis canciones. Es un compromiso que tengo conmigo y lo tomo de esa manera.
P.: Cuando llegaste a Galicia desde Argentina, ¿cómo conseguiste adaptar o transmitir al público de Galicia, que puede que no conozca la situación o las características de la sociedad y la política de Argentina, tu visión crítica de todo eso?
R.: Se dio natural. Lo pensé cuando llegué a Galicia, donde llevo sobre diez meses, porque estaba como en la duda de cómo presentarme, qué cantar. Y la verdad que estoy feliz por todo el camino que estoy haciendo aquí. Me recibieron maravillosamente desde el primer momento que dije que era nieto de gallegos. Mis abuelos se escaparon de estas tierras hace mucho tiempo, allá por la guerra civil. Y hoy me toca a mí volver sobre sus pasos, estar aquí recorriendo Galicia, dando conciertos, llevando mi voz y mis canciones. La verdad es que se está dando todo de una forma muy natural y me siento agradecido. Realmente, el cambio no es fácil. Yo en Argentina tenía una banda muy grande, un proyecto ya de años y con premiaciones, con giras internacionales y no fue fácil empezar de vuelta, pero al mismo tiempo es una posibilidad maravillosa para mí de empezar ya con otra experiencia, empezar de cero, a tocar en lugares más chicos. Empezar a tocar de vuelta, como cuando empecé con una guitarra y mis canciones nada más. Así que estoy súper contento y agradecido por el amor que me están dando en Galicia.
P: Entonces, quizá este cambio de lugar te ha servido para retrotraerte un poco a tu esencia, que a veces puede quedar quizás olvidada cuando se tiene ya una trayectoria detrás.
R: Sí, sí. Empecé como cantautor, mi primer disco editado es un disco de canciones de autor, con una influencia grande de los artistas que te nombraba antes, Serrat, Ismael, Manu… Después terminé de armar Lacandona, éramos muchos músicos en escena, entonces las canciones fueron tomando otro tipo de vuelo, más potentes, pero creo que siempre fui un cantautor en el fondo. Ahora estoy volviendo, como decís vos, a las raíces de la canción, de estar con una guitarra, de hablar entre canción y canción, eso que saben hacer muy bien acá la gente de aquí. Me siento cómodo, contento. Obviamente que tengo ganas de volver a tocar con banda, ya lo estoy armando, me están llamando de algunos festivales para tocar, pero me siento muy cómodo en Galicia. Será porque mi familia es de aquí, pero me sentí como en mi casa desde el primer momento. Mis abuelos de parte de mi madre son de aquí, de parte de mi padre son rusos, y escaparon de Rusia hace mucho tiempo. Tengo una historia de vida, de desarraigo, de exilios y de luchas sociales. Mi abuelo se tuvo que escapar de aquí por una pelea que tuvo con un guardia civil; se tuvo que escapar en plena noche, sin despedirse de mi abuela ni de mis tíos. Le arrancó dos dedos con los dientes a un guardia civil de Franco [risas]. Mi familia rusa también tuvo que escaparse de los cosacos y tengo algunos familiares que han terminado luchando para la revolución bolchevique. Creo que son cosas que fueron generando una conciencia de clase desde muy chico.
P: Además del plano reivindicativo, ¿la morriña del hogar te ha servido de inspiración para alguna de tus canciones?
R: Tengo más de 300 canciones compuestas, estoy componiendo a diario. Es algo que hago como ejercicio. A veces las canciones no me gustan tanto, pero casi siempre voy tomando lo que voy sintiendo y viviendo, esperando a ver qué se despierta. Como te decía antes, trato de decir algo en mis canciones y fluyo más cuando tengo algo claro que decir. Estoy en ese proceso de composición, tengo muchas ganas de grabar material nuevo. Y justo la palabra que dijiste, morriña, es una palabra que me encanta. Es eso que decía mi abuela y yo a veces no entendía, decía la morriña del pueblo, de la aldea. Ellos no volvieron nunca, hoy me toca estar aquí y sentir eso por mi patria, por mi gente, por mi familia y es una sensación bonita.
P: ¿Tienes miedo alguna vez de sentirte de dos sitios y de ninguno a la vez?
R: Yo no soy de ningún sitio. Tengo una canción que estoy cantando mucho acá, y que fue muy bien recibida, que se llama “¿Qué es la patria?”, y que habla un poco de eso. Somos pueblos nómadas, nos movemos, ustedes los españoles se han ido buscando su vida en todas partes. Si bien amo a la Argentina y no dejo de ser un patriota a la hora de reivindicar algunas cuestiones, lo que intentaba con esta canción era decir eso, que somos todos iguales, que somos parte de lo mismo, que no importa dónde nacemos, si aquí o allá. Somos ciudadanos del mundo y tenemos que ser amables con los demás ciudadanos del mundo, no importa lo que piensen, de dónde vengan, su color de piel o sus deseos sexuales. Ese es un mensaje que llevo mucho con mis letras, bajar las banderas, unirnos, bajar las disputas y poder unificarnos un poquito más. Creo que el mundo de hoy está bastante partido, dividido. Es lo que quieren que pase y yo lucho por eso. Creo que al sistema le conviene que estemos imbéciles. No me parece casualidad que el mensaje de la música hoy sea banal, sea plástico, porque los hoy jóvenes están repitiendo mensajes nefastos. En Argentina pasó hace poco. Se votó a un presidente impresentable, a un tipo nefasto que todo lo que dice es nefasto. Eso está pasando en el mundo. Creo que son momentos de crecimiento de las derechas. Hablo de derechas extremas, de discursos feos, de divisiones. Creo que siempre son planes globales porque así es, así lo he estudiado, las mareas. En Latinoamérica vienen mareas de dictaduras, mareas de gobiernos progresistas, mareas de gobiernos de ultraderecha.
P: Mencionabas que el sistema quiere que seamos estúpidos, que no progresemos, pero de una manera un tanto abstracta hacia quiénes son esos agentes…¿Cómo pelear contra algo tan abstracto?
R: Es muy difícil, no se podría decir siquiera que son los Gobiernos, que hoy se han quedado en poca cosa. Como te decía, estudié Ciencia Política, y creo que hoy los Gobiernos pueden hacer un veinte o un treinta por ciento de lo que sucede, el resto está en manos de las multinacionales, que uno no sabe ni quiénes son ni de dónde, tienen más ingresos que el PIB de cualquier país. Fíjate en la industria del armamento, que terminan digitando la guerra, vendiendo armas a un lado y al otro… Es tremendo lo que se está viviendo, uno ya no sabe contra quién pelea. Son los molinos de viento de don Quijote. Ojalá que algún día se despierte la conciencia humana, creo que es la única manera de que haya cambios reales. Es un despertar de la conciencia.
P: Salir del Matrix, por así decirlo.
R: Hay un poco de eso. Es difícil salir de la Matrix, pero yo hablo más bien del día a día, de la rutina, de la televisión, de Netflix, de todo lo que consumimos. Yo no me quedo fuera de eso, nunca hablo desde un lugar de superioridad, hablo desde un lugar en que vivo lo mismo que los demás y quizás sí puedo verlo. Hay una rutina diaria que nos lleva puesto, que el trabajo, que el estudio, que el transporte público, que querer un coche, un auto y una rutina, la familia, los hijos, todo, todo está medio digitado también. Nos dicen qué tenemos que hacer desde chicos, y salir de esos lugares genera divergencias hasta en las familias. Como a mí, al irme lejos de mi país, de mi ciudad, de mis amistades, de mis compañeros de banda, de todo, pero bueno, hay que tratar de ser optimista, luchar por un mundo mejor, por lo que creemos que nos hace bien. Creo que Galicia es un muy lindo lugar, que el gallego tiene una vida bastante buena, la gente quiere disfrutar. La verdad que estoy feliz, estoy contento. Bajé muchos cambios, pasar de vivir en una ciudad tan grande como Buenos Aires, donde hay once millones de personas, de haber nacido en esa Babilonia gigante, y también de lo que significa Buenos Aires, con los conflictos sociales.
P: Por la criminalidad, también.
R: Es algo de lo que acá se habla mucho, sí que la hay, pero dentro de Latinoamérica Argentina es uno de los lugares más tranquilos. Buenos Aires es una ciudad con mucha criminalidad, y más ahora que hay un Estado ausente, está muy difícil la calle, pero para mí ese no fue nunca un problema. No me fui por eso, soy un chico de clase media baja, me crié caminando a la calle y nunca me pasó nada. Me fui en busca de lugares más tranquilos, de una vida más bonita, de traer mis canciones a la otra punta del mundo. De venir a la tierra de mis abuelos, que era algo que tenía súper pendiente. El tiempo va pasando, a veces parece que uno no lo va a poder hacer nunca, así que para mí es un privilegio estar acá y que me hayan recibido como me recibieron. Me di cuenta en el primer show que di aquí, que cuando dije que mis abuelos eran de acá prácticamente hubo una ovación que me sorprendió. Trato de decirlo siempre, porque me genera eso, que me abran puertas, que me abracen, que me ayuden. A fin de cuentas, soy gallego también. Así que aquí estoy, hermano, dando mis primeros pasos, estoy contento con la cantidad de shows que estoy teniendo, no me lo esperaba tan pronto. No me esperaba todas las cosas lindas que me están pasando. Lo necesitaba también porque en Argentina, como te digo, la industria se volcó totalmente al 100% a lo urbano y a dejar de lado cualquier tipo de mensaje. Mis primeros discos salieron con Sony, he tenido reuniones con gente importante de la industria y ellos mismos me lo decían, no hay espacio para este mensaje, no hay espacio para esta música. Entonces volver a las raíces y estar cantando estas canciones aquí y que sean tan bien recibidas me llena de orgullo y me da ganas de seguir adelante, de seguir renovando la energía y luchando por esto.