Hablamos con Luga, cantautor idiosincrático que resiste a las incursiones de la corriente de la inmediatez y lo explícito con una sensibilidad al alcance de unos pocos
En una sociedad sumida en la impaciencia y el consumo del producto inmediato, el mercado musical ha ido adaptándose a las nuevas demandas del público objetivo, cada vez menos dotado de capacidad de concentración. Ante un panorama tan adverso para propuestas elaboradas a fuego lento, aún emergen rebeldes de la actualidad que se sublevan contra el rumbo superficial del mainstream. Desde Cool Coruña, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Luga, cantautor que ejemplifica la cultura de la anti-tendencia, de la lealtad a uno mismo, y que aboga por la sensibilidad más evocadora en sus canciones. De nuevo, es hora de abrir el telón. Comenzamos.
P: En Cool Coruña, invitamos a los entrevistados a que se definan a sí mismos. ¿Quién es Luga, desde el punto de vista de él mismo?
R: ¿Quién es Luga?… Qué buena pregunta, ¿eh? Es una pregunta que me suelen hacer a veces [risas]. La respuesta es que Luga soy yo. Soy un tipo que lleva con la guitarra al hombro desde los veinte años, con casi 400 conciertos, dos giras europeas, tres nacionales, he tocado en Argentina y por toda Europa. Un tipo que se dedica a trabajar, trabajar y trabajar por sus canciones. Mi trabajo es emocionar a la gente y, por ahora, me sale.
P: Una pregunta que hacemos con frecuencia a los de tu gremio es si el cantautor puro está o no en peligro de extinción, si es un cliché del mercado porque ya no está en las primeras listas del Billboard, o es una realidad.
R: Entendiendo como cantautor puro, muy ampliamente y según lo que hablábamos antes de la entrevista, como aquel que va a guitarra y voz, con la guitarra como acompañamiento mínimo para poder recitar una letra profunda y tal, yo creo que no, porque al final el cantautor puro es el que compone las canciones para esos que están en los primeros puestos de las listas. A lo mejor, no siempre estamos en la primera plana de la foto pero, normalmente, es el que hace la canción. Yo he compuesto para otra gente, y aparte compongo para mí, evidentemente, llevo mis canciones adelante. Esto va por rachas, claro, ¿se pone de moda algo menos melódico o algo más melódico? Todo es cíclico. Igual que vuelven ahora los pantalones de campana, van a volver las baladas. Y cuando vuelvan las baladas, estaremos allí.
P: ¿Y cómo volverían las baladas en un mundo tan superficial?
R: Pues quizás, al principio, con metáforas un poco menos elaboradas. Eso es seguro. Y mucho más directo y menos delicadas que antaño. No hay más que escuchar canciones que se llevan ahora que, literalmente, te dicen lo que te van a hacer físicamente, te voy a hacer esto, te voy a hacer lo otro… Sería eso llevado a balada, seguramente [risas]. Entiendo que evolucionará por ahí, no lo sé, pero si intentamos romantizar eso, sería imposible tal cual. Pero si intentamos romantizarlo bien, a lo mejor sería hablar directamente de un beso, de una situación, describirla más como espectador, en tercera persona, al pie de la letra, más que tan metafórico como “reloj, no marques las horas”, como se hacía antes.
P: ¿Crees que va a derivar en algo más explícito que sugerente?
R: Puede ser sugerente, pero que quizás sea menos zafio de lo que se escucha ahora, pero no tan elevado como antaño. Primero, porque nos estamos perdiendo una generación de pensamiento, entonces la gente no se para a pensar lo que dice una metáfora. Se lo tienes que dar hecho, porque como población estamos mal acostumbrados a la inmediatez, y esa inmediatez nos afecta en todo, sobre todo en el pensamiento. Entonces, yo no te puedo dar algo super complicado porque no le vas a dedicar el tiempo que requiere pensar qué está diciendo la letra.
P: El mercado musical, como en otros sectores, valora el hecho de tener un perfil interesante de redes sociales para acercarse a nuevos públicos. Construir un perfil de estas características choca con ir en contra de esa inmediatez…
R: Mi perfil de red te contesta él solo [pausa]. No soy persona que suba contenidos con regularidad. Subo cuando me nace subirlo, subo un vídeo cuando me nace hacerlo, una foto cuando me parece interesante subirla y contarte algo en el texto. No soy de subir contenido por subir, no soy de alimentar el algoritmo. De hecho, el algoritmo me odia [pausa]. Sí, sí, sí, cada vez que subo algo, es terrible el alcance. A lo mejor, una publicación tiene alcance de aquí a dos semanas, cuando alguien la comparte y empieza a moverse un poco. Pero eso no afecta, porque yo tengo la experiencia de que, publique más o publique menos, no para de venir gente a los conciertos. Entonces, es la prueba clara de que lo mío no va por ahí.
P: Aparte que la realidad virtual es virtual, pero no es la verdadera realidad.
R: Claro, yo te puedo contar cualquier cosa por internet, pero luego hay que llegar al directo y defenderlo.
P: ¿Es una apuesta de riesgo hacer canciones de autor, o es un seguro de fidelidad con tu estilo, con tus principios?
R: Como te decía en otro momento, yo creo que es una apuesta de riesgo empezar cualquier empresa a día de hoy. Miremos la música y miremos desde el lado más frío; miremos el proyecto musical como una empresa. Es un proyecto de riesgo empezar cualquier empresa ahora porque hay muchísima competencia, y con el mundo digital eres un granito de arena en ese mar de competencia, en esa playa de competencia. Tienes que tener la suerte de que justo tu granito esté aquí. Es difícil, en general, montar cualquier empresa, pero mucho más difícil es ser artista. Pasa en la música pero también en todo tipo de arte. Tú pregúntale a un pintor dónde expone hoy en día. Pues igual que hacemos nosotros, en los bares. En un bar donde el dueño tiene cierta sensibilidad y te permite hacer una exposición, o presentar un libro. Está muy complicado el arte, pero ¿una apuesta de riesgo? Creo que es más una apuesta personal por lo que uno cree y por el arte que uno hace. Si yo no creyera en mis canciones, como decía Silvio Rodríguez, si no creyera en mis canciones estaría trabajando en otra cosa. Esto pasa igual en cualquier empresa o proyecto. Si tú no crees en lo que vendes, ¿a dónde vas?, ¿a quién se lo vendes? Eso la gente lo nota. Hay un montón de artistas que se terminan cansando por eso mismo, porque si vienes aquí a hacerte rico, estás muy lejos de eso. Y si no te lo crees, aunque te hagas rico, lo vas a terminar dejando igual.
P: Hablando un poco de tu trayectoria, has ganado numerosos certámenes, algunos muy importantes, como el Certamen Internacional de Cantautores de Burgos en 2023, también has participado en eventos importantes como el Festival de la Luz o el Noroeste Pop Rock. Después de todos estos años, ¿hasta qué punto crees que es difícil empezar y, sobre todo, consolidarse en el mundo de la música? Entendiendo consolidarse como hacer de la música tu profesión, tu manera de ganarte la vida.
R: Lo difícil de empezar es tomar la decisión de dejar todo lo demás y dedicarte cien por cien a esto que es componer. Bueno, también comprarte las cosas: instrumento, micrófono, pie de micro, equipo de sonido, porque cuando empiezas vas mucho a bares. Yo sigo yendo a locales pequeños y tengo que llevarme mi propio equipo, que es una pasta. La gente dice que para montarte una pequeña empresa hacen falta 20.000 o 30.000 euros, pues igual es lo que te gastas para empezar entre el equipo y grabarte el primer disco. Creo que empezar es tomar la decisión, como hice yo, de dejar mi trabajo en su momento, dejar de lado todo después de sacar mi titulación y meterme cien por cien a por esto, y hacerlo a ciegas. Hoy día me veo de lejos y digo qué inconsciente eras, haciéndote dos giras europeas con 21 años, con un disco en español, en Polonia, en Chequia…. Al final dices, es una experiencia hermosa y salió bien, pero salió bien porque le echabas no vamos a decir un par, sino un camión de ilusión encima que no había quien te parara. Con los años, esa ilusión no se va, pero se convierte un poco en prudencia, sobre todo porque te vas llevando un bofetón tras otro. Cuando empiezas vas con ese camión de ilusión que no hay quien te pare, ni cuesta abajo ni cuesta arriba. Llevas el depósito lleno, entonces, por mucho que le pises al acelerador y gastes y gastes y gastes y gastes, sigue habiendo gasolina. Eso se transforma en que tú vas creciendo como músico, y también como organizador de tu propia carrera. Aprendes a gestionar tu tiempo porque date cuenta que esto es un 24-7. Está muy bien lo de fiesta al acabar el concierto, irse a tomar algo y acabar a las tantas, y mañana coges el coche cuando estás cansado, vas a otra ciudad, tocas otra vez hasta las tantas, porque la gente siempre quiere salir a tomar algo y tienes amigos en todas las ciudades. Ese ritmo te va pasando factura en lo que se refiere al cansancio sobre todo mental, no físico. Entonces, empiezas a pensar que, a lo mejor, te tienes que organizar más porque hace tres meses que no paro de hacer conciertos, pero hace tres meses que no hago una canción nueva. Ahí yo hice un clic. Hice un cambio, estuve viviendo en República Checa, después en Madrid, y cuando me vine de Madrid y compré una casita aquí cerquita de Coruña, en Ledoño, aquí fue cuando hice ese clic. Dije: prefiero ir cada dos meses a Madrid a tocar, que vivir en Madrid, porque la ciudad te lleva a ese ritmo. Y ahí es donde viene esa parte de consolidación que decías. Cuando vine para aquí, me di cuenta de que no hacía falta vivir en Madrid. Si has hablado con más cantautores, seguramente te han hablado de Madrid, porque sí que es nuestra utopía, pero una vez que estás allí, ves que lo único que hace es consumirte ideas y tiempo. Por eso, en la fase de consolidación es muy importante saber gestionarse, después de los primeros años de ir siempre a tope. Ahora ya sabes más cosas, ya ves por dónde cojea la gente, los que son compañeros y los que no… La gente confunde tocar el mismo género con ser competencia. Yo no soy competencia de nadie, me refiero a que yo no le voy a quitar el pan a nadie ni nadie me lo está quitando a mí. Con todo, en general hay confianza y compañerismo, hay una red de gente que nos llevamos genial y colaboramos unos con otros. En esta fase también aprendes que no tienes que estar tú solo tirando del carro. En todo caso, es fundamental la gestión del tiempo, porque tú te compras tu equipo, te preparas tus maquetas antes de ir al estudio, y el tiempo de estudio es dinero, así que hay que trabajar en ello. Además, compones, estudias música, haces las gestiones con los locales, las organizaciones y los festivales que, además, no siempre te responden cuando tenías previsto, o a veces ni te responden. Entonces, vas aprendiendo a no gastar energía en cosas que no van a salir, o que no te van a reportar satisfacción como experiencia. Entonces, ¿qué es la consolidación? Llegar a una ciudad y tener un público que va a escuchar tus canciones, gestionar tu tiempo y evitar experiencias desagradables.
P: Volviendo sobre el tema del apoyo entre compañeros músicos, esa colaboración de la que hablas, ¿crees que debería ser más habitual esa colaboración entre profesionales de la música, entre locales, salas, entre todos los agentes del sector?
R: Es común, por lo menos en mi experiencia es lo que he visto. A mí, prácticamente nadie me ha cerrado puertas, y si alguien lo ha hecho, el tiempo por sí solo ya lo ha puesto en su lugar. Soy un tipo que va muy de frente, soy muy sincero y creo que es la única manera que conozco de trabajar. En general no pasa, pero sí que hay un pequeño reducto de salas que lo reducen todo al dinero, y tampoco es culpa del músico no llenarle el local. El músico no puede prometer un público, dime qué artista puede asegurar equis entradas. Yo te puedo decir que en tal ciudad suelo meter equis número de gente, pero ya me pasó en alguna ocasión de superar las previsiones, o que te pase al revés. No se puede saber con antelación.
P: No está bien generar expectativas falsas.
R: Yo soy muy sincero, te puedo decir igual no viene nadie, igual vienen sesenta. Está en el riesgo de que escuches mi música. Yo soy un tipo que cumple, si te digo que a las ocho voy a dar un concierto, lo voy a dar con la misma gana así haya una persona que si hay doscientas.
P: Hablemos sobre tu libro-disco “Cartas quemadas”, ¿por qué ese formato? ¿Cuál es la razón de ser de este trabajo así presentado?
R: De salida, tiene una historia muy accidentada. Salía en abril de 2020 y, por motivos obvidos de pandemia, no salió. Después, iba a salir en septiembre del mismo año, tenía fecha en el Garufa Club para presentarlo, y cuando tenía medio aforo vendido me llaman con que el Ayuntamiento volvía a poner restricciones. Se cancela por segunda vez. Se complica todo y hasta marzo o mayo de 2021 no se podía hacer prácticamente nada. Cuando pasa ese aplazamiento, yo ya tenía un montón de fechas cerradas fuera de Galicia. Lo presenté por toda España, y luego lo presenté antes en Argentina que en Coruña, que es donde vivo [risas]. Lo presenté en Edimburgo cuando aún no lo había presentado en Coruña. Entonces, como final de gira, lo presento en Coruña, en la Disfrutona del Orzán, con muy buen concierto. A partir de ahí, doy un año exacto para subirlo a plataformas. La gente se pregunta por qué, y la respuesta es que, a parte de ser un disco, sea un libro de setenta y pico páginas lleno de contenido, la gente cuando viene al concierto te pregunta “¿y está en Spotify?”. Esa pregunta significa que si la respuesta es “sí”, no te compro el disco, y nosotros en el directo vivimos de las entradas y de los discos. Además, a mí me parece una manera de filtrar al público sin hacerle ningún tipo de examen, que yo no soy nadie para examinar a nadie, pero al que de verdad le gustó lo que escuchó se lo va a llevar igual. Con el anterior disco hice lo mismo. Lo interesante del libro-disco “Cartas quemadas” es que el libro no va a salir en ninguna plataforma y las canciones, que están muy bien producidas, si no van acompañadas del libro creo que dejan de ganar muchísimo. Ese es el planteamiento del libro. Yo iba a hacer un disco normal, solo disco, pero gracias a Borja Montenegro, que es el productor y guitarrista de un montón de gente, conocí a Luz Casal. Cuando me la presenta Borja, me dice “ah, encantada, si trabajas con Borja, para mí ya es una señal de que hay calidad en lo que haces”. Y yo claro, con las piernas temblando [risas]. Al final me dijo “yo llevo muchos años en esto y por lo que me ha dicho Borja, escribes también, aparte de canciones. Pues dale eso también a tu público, porque seguramente si ya te han comprado tus discos, también quieren conocer lo que escribes. «¿Por qué no haces un libro y un disco?”. Y me quedé con la copla. Le di muchas vueltas, hice un pequeño sondeo entre gente de confianza cuando ya tenía la mitad del libro con las primeras canciones, les pedí que me dijeran la verdad y me dijeron que les estaba encantando. Entonces me decidí a hacerle caso a lo que me había dicho Luz Casal, porque algo de la industria sí que sabrá. Así que lo terminé y entonces fue cuando vi que iba muy bien el libro con las canciones. Además, quedó una edición muy cuidada. Por eso, ahora que estoy maquetando el siguiente disco, también seguramente sea un libro, incluso uno más extenso. El libro y el disco funcionan como un pack, tienen sentido juntos, aunque por separado te van a emocional igualmente. Las canciones están muy cuidadas, sobre todo en producción, pero con el libro hacen muy buen equipo.
P: Quizá tendría que haber más productos así, que vayan un poco contra la cultura de lo inmediato, como una alternativa más poderosa a todo el ruido imperante.
R: Mira, te doy un dato, esto me lo dijo una chica de Barcelona que se compró el libro. Ya se había comprado el primer disco, compra muchos discos y libros, es consumidora habitual de arte. Esta chica me mandó un mensaje diciendo “hacía tiempo que un disco como el tuyo, o sea un libro disco, un material artístico de este formato, no me obligaba a sentarme a escucharlo”. Porque yo recomiendo mucho leerse el capítulo, escuchar la canción, leerse otro capítulo, escuchar la canción… porque te queda la atmósfera de lo que viene en el texto y terminas con el remate de la emoción y de la idea al escuchar la canción. Te lo puedes leer entero y escucharlo entero, o por fascículos. Y ella me hizo caso y lo escuchó, un capítulo y su canción, un capítulo y su canción… Dice “claro, tu disco me llevó a recuperar ese ritual de escuchar música que había antes, y que nuestra generación ya no tiene, de sentarte a escuchar un disco”. Estuvo toda una tarde a ello. Incluso después se releí partes sueltas en casa, dándole de nuevo al play tras leer cada canción otra vez. Me dijo que ahora, al escucharla en el móvil en las plataformas, le viene a la cabeza la historia que leyó en el libro.
P: Me parece un formato muy interesante. Creo que debería potenciarse más. No sé si tienes nuevas perspectivas sobre esto, o en qué planes de creación estás centrado.
R: Bueno, soy un poco loco, porque nadie se mete a gastarse lo que se gasta haciendo este tipo de proyectos. O a estar seis meses haciendo menos conciertos, como yo ahora, porque cuando estoy girando, no puedo llevar mi rutina habitual. Me levanto muy temprano, entreno dos horas todos los días, aunque hay gente a la que le parece una locura, pero ayuda a sentirse cada vez mejor y más activo. Desayuno algo, me cojo un café y me voy a mi estudio, que lo tengo construido separado de mi casa, para evitar distracciones. Allí tengo estipulado un tiempo de composición y un tiempo de preproducción. Entonces, llevo desde diciembre componiendo y también seleccionando, porque entre las que hice en el último disco hasta las que compuse en este último tramo tuve que hacer una criba entre más de 100 canciones. Primero lo dejé en 39, y luego llegué a las 18. Se están quedando fuera un montón de canciones que me encantan, pero estoy intentando seleccionar las que considero más potentes y coherentes entre sí. Aún con las 18 actuales voy a tener que reducir más, porque un libro-disco con tantas canciones es inviable. Por eso, le estoy dedicando muchas horas a la preproducción del nuevo disco, que ya te puedo adelantar que va a ser una cosa ultra acústica, ultra sincera. Lo dije el otro día en una charla en Twitch, la idea de este disco es que la gente escuche las canciones prácticamente como las compuse. Tengo a mi pianista en Baltimore ahora, y me va a grabar los pianos desde allí, pero va a ser guitarra, piano, quizás algún bajo donde lo pida, y las voces van a ser mi voz y mis propios coros. Lo hacía Pau Donés, lo puedo hacer yo también [risas].
P: Para terminar, coméntanos qué conciertos tienes previstos para estos meses, pero sobre todo, qué proyectos tienes en mente.
R: Después de tocar en Ponferrada a finales de mayo, que es un sitio en el que siempre toco porque me tratan muy bien. Siempre que hago gira, como Ponferrada me queda a la salida de Galicia, suelo tocar allí. Después, a principios de junio participo en un homenaje a la música argentina, algo que estamos moviendo algunos compañeros argentinos, por puro vicio, por puro gusto, son canciones de la época de mis padres. Después, concierto en Coruña antes de salir para Madrid, donde estaré en concierto con César de Centi. A partir de ahí, lo tengo más difuso, porque me quita mucho tiempo y mucho cerebro, y quiero dar prioridad a terminar la preproducción del nuevo disco. Me quiero producir en acústico yo mismo, pero es algo muy complejo, por algo existe la figura del productor. En el anterior tuve mucha suerte, y el segundo lo produje con Borja Montenegro, que prácticamente es como ir en bici con ruedines. Me refiero a que sí, tú ya sabes lo que quieres, pero es que antes de que tú lo digas la canción ya está sonando, porque es un crack. Las percusiones de Gino Pavone, que es un percusionista de la leche, también los coros de Ondina Maldonado, y con tres o cuatro detalles de armonía. Nada de más ni de menos, siempre lo adecuado. Y ese es el reto, un reto con cada disco, porque me gusta superarme y caer en la intriga de cómo saldrá esto. Podría no ser así, ir a lo fácil y no ser tan masoca con los discos. Pero me gusta que cada disco tenga un “a ver…”. Ese disco va a ser así. Va a ser un disco acústico en el que buscaré, pues me buscaré yo, unas armonías más sencillas, porque hay que ser realista, mi conocimiento de estudio musical está muy lejos del de Borja. Por algo él es productor y yo no. Pero bueno, intentaré ser mi propio productor y llegar a unos arreglos sinceros, es decir, que las canciones suenen como tienen que sonar, como se crearon. Que sean coherentes y que emocionen a quien las escuche.