Charlamos con Luis Fercán, consolidado cantautor en el panorama nacional que comparte en el escenario la verdadera esencia de la melancolía con su voz rasgada tan personal.
La apariencia es una máscara de la que no hay por qué despojarse, pero el valor individual de una persona reside en su identidad, en su esencia. Porque la esencia es ser fiel a uno mismo, o así lo concibe nuestro protagonista, Luis Fercán, uno de los cantautores más consolidados del panorama nacional. Desde Cool Coruña, hemos tenido la oportunidad de indagar un poco más en su trasfondo personal, la pasión que lo mueve a entender su carrera musical como un regalo de la vida, y la enorme calidad humana que representa. Así que, de nuevo, es hora de abrir el telón. Comenzamos.
P: La primera pregunta con la que solemos empezar estas entrevistas va sobre la visión que el entrevistado tiene de sí mismo. Entonces, ¿quién es Luis Fercán, según Luis Fercán?
R: Luis Fercán es un chaval que empieza a tocar la guitarra a los 16 años y no para hasta ahora, y que ahora está viviendo ese sueño que tenía cuando empezó. Ese es Luis Fercán.
P: Es una intro perfecta. Ahora estás de gira desde febrero, presentando tu nuevo álbum, Postales perdidas, que es un desahogo colmado de melancolía que se percibe como una liberación de infinidad de historias que quieren florecer. Como compositor, ¿crees que la canción es la mejor canalizadora de la morriña de los recuerdos?
R: En mi caso, sí. Otros tendrán otras maneras de hacerlo, no sé, escribiendo libros o con la poesía. Para mí, la forma donde me siento más cómodo contando mis movidas, más que incluso hablando, es cantándolas, escribiéndolas.
P: ¿Dónde está el origen de esa chispa creativa?
R: El origen está en querer siempre explicarlo de otra manera, o de la forma que mejor se me da. Como decía antes, creo que me explico mejor cantando que hablando, igual que escribiendo. Nace de eso, de una necesidad de contar cosas, contarlas para mí, como vomitarlas, pero además tengo la suerte de que a la peña por ahí le gusta escuchar mis rollos [risas]. Entonces, ¡maravilla!
P: A pesar de que tu álbum es un recorrido emocional intenso, que va de menos a más, no se siente como un álbum triste, sino que se interpreta como una reconciliación paulatina y nostálgica con lo que ya fue. Pero también se puede sentir un poco como una reconciliación con uno mismo. ¿Por qué decidiste darle este enfoque?
R: Qué guay, me mola que lo hayas visto así. En este enfoque, también ayuda el tener banda, y la mano de Nacho (la M.O.D.A), ahí produciendo. Tampoco queríamos hacer un disco triste, queríamos hacer un disco que sonara a directo, más folk, más tirando a banda típica americana. Creo que eso, sin querer, ya hace que los temas cojan un toque no tanto más alegre sino no tan triste, por decirlo de alguna manera. Siempre que me preguntan sobre esto, yo digo que mis canciones no me parecen tristes, me parecen más bien melancólicas, que hablan siempre del recuerdo. Las quiero escribir siempre desde el punto de un recuerdo, e intento analizarlas más en mí que en la otra persona, y como no me considero una persona muy triste, pues no veo mis canciones tristes. Las veo más relacionadas con la melancolía y la morriña, sí.
P: Sobre lo que comentabas de que este disco está más trabajado con banda, por así decir, prototípica, se percibe una mayor riqueza musical, pero sin que pierdas tu esencia, esa voz rasgada, esa potencia, ese desgarro en las letras. ¿Crees que el equilibrio entre esa transparencia de emociones, la sencillez y el brillo de los arreglos es donde se puede exprimir el verdadero potencial de una canción?
R: La esencia no creo que esté en la producción, está en otro lado. Creo que la producción no tiene por qué joder la esencia de ninguna manera. Puede hacerlo, ¿eh?, y es muy fácil que lo haga, y hay muchos productores que considero que lo hacen. Pero en el caso de Nacho, no. Nacho trabaja con la esencia, precisamente. Trabaja con coger la esencia y exprimirla al máximo. Entonces, aunque sea un disco que tenga mucha más banda que el anterior, creo que eso sigue ahí porque Nacho sabe traducir perfectamente mi guitarra y mi voz a más cosas que sigan emocionando de la misma manera.
P: ¿Qué es para ti la esencia? ¿Cómo la notas tú, y cómo tratas de transmitirla?
R: Para mí, la esencia es ser fiel a uno mismo. Hay gente que hace cosas que a mí pueden no gustarme a nivel estilístico, pero que si tienen esencia, si es algo que a ellos les sale, siempre hay algo que es más fácil que te atrape. Creo que la esencia es eso que hace que una canción te la creas o no. Es decir, si yo escucho la canción de un artista que me mola, creo que me mola porque tiene esencia. Si no la tuviese, creo que aunque la canción fuese exactamente igual, no acabaría de creérmela y creo que no me emocionaría. Creo que la esencia es lo que hace que nos guste una canción.
P: En cuanto a tu trayectoria como músico joven, gallego de Santiago, que ya ha transitado por la ruta de tocar en garitos, pequeños locales, etc, ¿en qué momento decides apostarlo todo a la música?
R: En realidad, siempre quise hacerlo, desde que empecé a tocar a los dieciséis, pero fue en la pandemia cuando dejé de currar de camarero. Siempre tuve curros así, de tener días libres y aprovecharlos para ir a tocar. Pero siempre tuve jefes de puta madre que me entendieron siempre o, por lo menos, que les gustaba mi música, y entonces me echaban una mano. El paso fue cuando, de repente, empiezo a meter quince, veinte personas en los sitios. Habrá gente que le parezca poca cosa, pero para mí era la hostia hace cinco años meter quince o veinte personas, y me decía, «vale, poniendo a tantos euros la entrada, pues ya me puedo pagar el desplazamiento, la comida»… Era un poco buscar eso, y tocar, tocar y tocar, sin que tampoco haya otro secreto.
P: Pero profesionalizar una pasión puede resultar una transición complicada, porque se transforma en un trabajo, y todo trabajo tiene su lado desagradable. ¿Te resultó difícil o lo fue algo muy natural?
R: Fue algo muy natural. De hecho, siempre que me dicen que sí, que la música es un mundo difícil…no sé. Si a mí ya no me parecía difícil currar de camarero y tocando, pues ahora que solo toco me parece un regalo de la vida. Hombre, hay momentos difíciles, pero como cualquier cosa en la vida en general. Tú puedes estar haciendo lo que te mola, básquet, surf, o lo que sea, y tienes días que estás peor, pero eso siempre te ayuda. Es lo que me pasa con la música; aunque a veces esté peor y diga, joder, hoy no me apetece tanto dar un bolo, de repente me pongo en el escenario, le empiezo a dar y digo, me cago en la puta, si esto es lo que más me mola en el mundo, es increíble. Entonces, es un subidón que flipas, que te pone ya los pies en la tierra para tocar. Para mí, es necesario por eso, porque es lo que me tira todo el rato como conectado ahí.
P: Después de 8 años de dar ese paso, dos discos después, un EP, muchos singles, es una trayectoria que va in crescendo. ¿Aquel Luis Fercán joven, que empezaba con su sueño de salir de Santiago y hacerse un nombre en el mundo de la música, imaginó alguna vez que sus canciones cobrarían esta dimensión, que calarían en tanta gente?
R: Qué va, en la puta vida. Siempre lo digo en los bolos, que estoy viviendo algo más que el sueño que tenía. Hace poco, metí 1.000 personas en Madrid, yo solo encima de un escenario, eso fue un regalo para el Luis de dieciséis… y eso es una puta salvajada. O venir a Coruña y que las entradas estén agotadas dos meses antes, 150 entradas, es una salvajada. Jamás me imaginé eso. Ahora está pasando, y prefiero no pensarlo mucho, disfrutarlo, todo lo que venga, y si en algún momento deja de pasar, pues volveré a ser camarero y a tocar cuando pueda, que también era feliz así.
P: El hecho de ser natural es, quizás, lo que atrae a tantas personas, en un mundo tan superficial como el que estamos…
R: No sé, no me gusta considerarme de ninguna manera ni ponerme yo nombres de algo. Ser natural… bueno, creo que sí que lo soy, pero por suerte, creo que es más por la gente que me rodea y todo lo que me rodea. Tengo colegas de siempre y colegas de ahora también pero que son peña que está fuera del rollo y que me ponen en mi puto sitio todo el rato. Al final, para ellos es como ser un colega cualquiera de alguien que no sea músico. Creo que tienes que tener ese tipo de círculo….
P: Para no desviarte, ¿no?, por así decirlo…
R: La gente que se desvía, yo creo que se desviaría igual. Yo siempre digo que la fama no te hace gilipollas, gilipollas ya eras de antes, lo que pasa que con la fama te conoce más gente. Si eres una persona normal, pues seguirás siendo una persona normal que toca para mucha gente, que es lo que persigo.
P: Volviendo al tema de tus comienzos. ¿Qué fue lo más complicado? Porque, para ti, todo esto es un regalo, poder vivir haciendo lo que te gusta y transmitiendo lo que quieres contar. Pero abandonar el nicho familiar, dejar tus raíces por un tiempo para labrarte un nombre?
R: Abandonar el nicho, para nada, porque yo estaba deseando marchar de Santiago. Ahora, tengo todo lo contrario. Porque claro, con 19 años te apetece buscar cosas nuevas, pero ahora me apetece estar en Santiago y bajar al bar de siempre para tomarme mi café, mi birra y mi vino [risas]. Y estar en O Grove, que es donde vivo, y estar un poco con la peña del pueblo, y estar yo tranquis, que es lo que me mola. Pero en aquel momento no me costó nada, qué va. ¿Ir a Madrid? Estaba encantado. Estaba en Madrid y me parecía la mejor ciudad del mundo, que jamás me iba a volver de Madrid y que me quedaría allí a vivir. Estuve siete años, y ahora lo pienso y digo, qué va, no quiero pisar Madrid ni en pintura. Necesito el mar, tío.
P: Para terminar, ¿qué consejo le darías a la gente que tiene talento y pasión, y que, sobre todo, quiere transmitir su mensaje al público pero que tiene miedo de exponerse, y esto lo disuade un poco de cumplir su sueño?
R: Tampoco me mola mucho lo de dar consejos, porque tampoco soy yo nadie para dar consejos. Yo qué sé… pero si fuera un colega el que me lo pregunta, yo le diría que, si disfruta haciéndolo, que tire para delante. Si no funciona, ya la vida te pone en tu sitio. Si lo que hacen no mola, llegará un momento en que la peña no irá a verlos, e incluso dejarán de ir tus colegas [risas]. Pero si mola lo que haces, y tu único impedimento es subirte a un escenario, pues hay gente que lo tiene peor, hay gente que tiene que intentar tener talento. Si el talento está, y lo que te da miedo es subirte a tocar, pues practicar poquito a poco y ir subiendo a sitios. A mí al principio también me pasaba, y ahora, en cambio, estoy deseando subirme a un escenario, que es el sitio donde me siento cómodo.
P: Entonces, el escenario es como una extensión de Luis Fercán, ¿no?
R: Ahora mismo sí. Casi estoy más días, bastante más días en un escenario que en mi casa, muchísimos [risas]. No lo había pensado así, pero sí [risas], al año estoy más días en el escenario que en mi casa.