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Román Romeral: «El caos se puede domar»

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Nos adentramos en el caos sosegado de Román Romeral, un pintor que consigue de la abstracción más colorida el equilibrio más fluido.

Román Romeral trabajando en un retrato.

Hacer del color el vehículo hacia la abstracción más transgresora, proyectar los distintos estados de ánimo en un lienzo con una naturalidad pasmosa, o conseguir resultados verdaderamente excepcionales, podrían ser las virtudes más características de Román Romeral. Un artista en movimiento constante, que fluye en la corriente del caos creativo, comprendiéndolo y domándolo con el pincel, para convertirlo en el equilibrio que todo pintor necesita. De nuevo, es la hora de que se abra el telón, con una nota de color de fondo.

P. Cuando estaba por el Mercado de las Nubes de Primavera [8, 9 y 10 de marzo de 2024], me llamó mucho la atención lo que hacías. Entre lo que fui viendo, tu obra me pareció muy vanguardista, por así decirlo, abstracta, incluso  reivindicativa. Por eso, para empezar, creo que a los lectores les gustaría conocer cómo te ves, cómo te defines a ti mismo. ¿Quién es Román Romeral?

R. Uff… Pues a ver… Eso es un poco complejo porque en Román Romeral, en relación con la pintura, con el trabajo que realizo, digamos que hay como distintas personalidades…. Todas tranquilas, ¿eh? No hay problema…

P. [Risas].

R. Pero sí que siempre explico que hay distintas etapas, distintas vías de trabajo en las que suelo estar. Entonces, hay días que voy al expresionismo abstracto, y otros días que voy más a una pintura figurativa. Depende muchísimo… Hay otros días que lo que me pide el cuerpo es hacer el collage. Entonces, digamos que forman parte todos de estados de ánimo, básicamente. El día que pinto abstracto, yo siempre digo que es como una liberación; en vez de ir al psicólogo, pues muchas veces sí que utilizo el lienzo…

P. Sí, como una catarsis…

R. Como una catarsis, efectivamente. Entonces, ese día no estoy para pintar otro tipo de pintura. Entonces…, ¿quién soy? Pues soy … Me defino más como pintor, básicamente, porque lo de artista plástico al final engloba tantas cosas…, es muy general. Soy una persona que disfruta, y se dedica, y pasa el día pintando.

P. Me llama la atención esta asociación que acabas de hacer entre estado de ánimo y arte. ¿Para ti es importante el momento en que estás feliz o, no sé…, si llevas una semana un poco complicada, pues transmites esos problemas personales en un tipo de obra?

R. No siempre son problemas personales, pero sí estados de ánimo. Puedes levantarte con un estado de ánimo más tranquilo, más pausado, o te puedes levantar con un ánimo distinto. Un día más calmado te permite hacer un tipo de pintura más figurativa, que puedes ir más al detalle, digamos. Que te puedes entregar durante todo el día, o incluso durante varios días, a esa tarea de pintar ahí…, pum pum pum… Como cuando estás trabajando con encargos o formatos medianamente grandes que tienes que ir a ese detalle…, pues ese día te lo permite. Pero otros días puede que te levantes pues más acelerado, ¿sabes?, no siempre es apesadumbrado, ni muchísimo menos. No tengo una vida tampoco que digas: ¡Oh, no! Pero sí que hay días que el cuerpo te pide más… Siempre digo que el expresionismo abstracto es un ejercicio plástico, básicamente. Entonces, sí que hay veces que me apetece no pensar, ¿sabes?, realmente en lo que estoy haciendo. No es como esas veces que tienes que enfrentarte al lienzo en blanco y dices: tengo que tener unas proporciones, tiene que entrar esto, tiene que entrar lo otro, tiene que ser esto… sino que dejo fluir. Y, al final, ese es el resultado de los cuadros.

P. Algunas ideas que apunté al ver tu obra son, por ejemplo, “pura abstracción”, o “explosiones cromáticas”, con motivos que abarcan tanto retratos como otros elementos mucho más cotidianos, como por ejemplo un bote de jabón. O un local en Amsterdam, que creo que tiene una historia…

R. Sí, recreo fachadas de edificios, sí.

P. Entonces, ahí la pregunta que me surge es dónde está esa correlación entre la abstracción y la realidad que intentas plasmar.

R. Esa correlación viene dada por la inquietud a la hora de hacer cosas, a la hora de pintar. A mí me cuesta mucho centrarme en una cosa sola. Mi cabeza digamos que vuela mucho, entonces, vuelvo un poco a lo que decía antes…, necesito esos días en los que hago un retrato. Hay una correlación porque soy yo el que pinta todo, la gente entra aquí [en el estudio] y dice: “¡Ostras, qué cosas tan diferentes hay!” Pero yo lo que pretendo es que, dentro de esas cosas diferentes, se asocien a la misma persona. Es decir, intento que la abstracción tenga una relación entre las obras, tanto por los colores como por los formatos, o por lo que viene a ser el trazo, y que se identifique conmigo.

P. Una idiosincrasia, algo que marque una tendencia…

R. Exacto. Igual que a la hora de realizar collage, pues busco ciertas cosas que me identifiquen: trabajo con revistas antiguas, con fotos originales en blanco y negro… y las trabajo también de una forma que me identifiquen. Si trabajo con texturas −con arena de playa− los perfiles de la ciudad, busco también esa identificación. Entonces, digamos que es una mezcla de estilos, pero que al final conforman lo que soy. Lo que me preguntabas al principio… ¿Quién soy? Pues creo que soy la mezcla de todo esto que hago. Es un poco el “por qué no lo voy a hacer si sé que lo puedo hacer, y que me divierto haciéndolo”… Va por temporadas, también. Si me entran más encargos, o tengo mercados y en esa temporada me salen más horas de dedicarme más al collage, o en otras me entran más encargos de expresionismo abstracto, tengo que ir hacia eso. Va por temporadas; puedo estar mucho tiempo sin hacer un tipo de pintura o de trabajo. Pero, al final, todo conforma un poco toda esa amalgama de ideas que tengo en la cabeza, que también es lo que absorbo en el día a día.

P. Claro, porque al final esa amalgama de ideas y de realidades que quieres transmitir y conferirles a todas una identidad que las una, pues eso también va un poco asociado con tu idea del caos, de buscar un orden, un equilibrio dentro de un espectro caótico.

R. Sí, sí. Evidentemente, cualquier pintor o, dentro de la disciplina, cualquier artista plástico, busca tener ese estilo propio. Al final, estamos muy condicionados a lo que vemos continuamente, diariamente… Es imposible … porque está todo inventado. No puedes llegar ahora y decir: “He inventado tal estilo pictórico”…

P. …Como mucho, puedes flexibilizarlo…

R. Exacto. Tú puedes hacer una modificación, o decir: “Mi base es tal…” A cualquier pintor tú ves en él que hay una base, dónde ha mamado…. ¿Qué pasa? Que hay tanto de lo que mamar, y la gente en general se queda con dos o tres cosas que son las que le suenan más, yo qué sé, te dicen: “¿Conoces a Goya, a Velázquez, Picasso, Miró…?” Y tú les dices: “Sí, sí, sí” [risas]. Te sueltan luego una retahíla de otros pintores o artistas en general y dices tú: “Oye, ni idea…”, ¿sabes? Estamos tan bombardeados de eso… Y, después, tienes tantas inquietudes a la hora de ver por ahí catálogos, más catálogos, y más catálogos, y más catálogos… Al final, estamos bombardeados continuamente… Y, después, porque también intentamos aprender continuamente. Uno va aprendiendo una técnica de retrato, o ve una utilización de colores que te puede llamar la atención, y dices: “¡Coño!, esta combinación de colores es para esto, qué raro, qué curioso pero me gusta…” Y un poco te atreves a eso, ¿no?

La abstracción como móvil estético en la obra de Román Romeral.

P. A partir de esto que me dices, puede surgir otra pregunta, que me parece interesante porque va asociada a esto de aprender, coger influencias de todo tipo de estilos, que forma parte de ese caos inicial del que hablábamos. ¿Crees que la creación artística, o el propio perfil del artista, necesita de ese componente de caos para florecer, por mínimo que sea?

R. Sí…sí… Lo que pasa es que hay personas que se defienden mejor en el caos que otras. Pero sí, el  caos sí que genera esa creatividad, sin duda. Si estás más acomodado, ese caos no sale.

P. ¿Y requiere de un método, algo científico que trate de darle forma a este caos?

R. No lo sé…En mi caso, no. En mi caso es una necesidad de pintar, y siempre digo que es una carrera de fondo, lo de la pintura. Hay mucha gente, hay gente fantástica trabajando por ahí… Entonces, necesitas ese componente de trabajo, trabajo y trabajo. Yo lo veo como un oficio, la pintura. Sí que es un trabajo, pero lo veo como un oficio. Porque necesitas echar horas, horas, horas y horas. No lo veo como un trabajo de, bueno, vengo una hora por aquí por la mañana, pinto un rato, mancho un lienzo y me vuelvo. No. Considero que es un proceso, y que hay una evolución. Las obras de mis primeros años no tienen nada que ver con las siguientes. Vas evolucionando.

P. Como el dicho este de “evoluciona o muere”, ¿no?

R. Sí, sí, totalmente. Tú vas viendo cosas y dices: “¡Coño!, pues a lo mejor estoy más cómodo ahora con el expresionismo abstracto, estoy más a gusto”. Y si llevo una temporada con ello puedes dejar de pintar otras cosas, que da igual… En mi caso, las tengo igual ahí atrás en la cabeza y es como, de repente, que… ¡uah!… vienen y digo: “Voy a pintarlas…” Pero, sí, creo que el caos se puede domar.

P. Esa es muy buena frase: “El caos se puede domar”. Que todo el mundo se quede con ella…

R. [Risas] Sí, yo creo que sí, porque, al final, ¿qué es el caos? Es el día a día. Te levantas, tienes hijos, preparas los desayunos, tienen colegio, te vas al trabajo, en mi caso al estudio, vuelves a bajar a la perra, hago la comida, me vuelvo para el estudio, la hora, que si una cosa, que si tengo que hacer unos recados o llevar unos encargos, o un tiempo delimitado que tienes para ese encargo que te has comprometido… Al final, vivimos en un caos constante.

P. Y, sin embargo, hoy hay muchos que son detractores de ese caos, que tratan de rutinizar todo porque es como una necesidad de poner orden a lo que quizá no tiene por qué tenerlo…

R. Sí, pero supongo que otra gente nos volcamos en el día a día en ese caos, y lo utilizamos para crear o para subsistir al día a día… Vivir, sí.

P. Uno de tus trabajos, al que tú le diste un título súper…: Disrupción de una sociedad cariacontecida

R. Sí. [Risas]

P. [Risas]. Es un cuadro que creo que define de forma muy transparente, primero, toda la transgresión. Combina la melancolía, por así decirlo, del color negro con ese impacto visual del rojo, que le confiere como una cierta gravedad, con destellos de blanco y de otros tonos, que evocan esperanza en una tesitura tan sombría… ¿Cuál es la finalidad exacta de este cuadro, si tiene una conciencia social detrás o es más “me salió así, lo necesitaba soltar”?

R. No, no. Cuando pinto no hay nada social detrás…

P. O reflexiones sobre la sociedad, quiero decir…

R. Sí que trato de plasmar mis reflexiones sobre la sociedad, y muchas veces mis títulos vienen dados por cosas que pueda leer por ahí. Si estoy estudiando un estilo o algo, vienen referidos por ahí, o si estoy leyendo un libro, a veces incluso es el título del libro, o de un poema. [El artista señala uno de sus cuadros] Este es de una serie que había empezado, que es sobre el libro El rayo que no cesa, de Miguel Hernández. El título [del cuadro] hace mención a uno de los pasajes. Muchas veces son más momentos… estoy leyendo ese libro y en ese momento estoy pintando ese cuadro, me acuerdo de ese libro y… Me gusta buscar una correlación entre ese libro y el cuadro que estoy pintando, pero no lo hago como que… la sociedad vea y que interprete ahí… No. Está en el ojo del que mira. “Pues yo veo ahí un pájaro, pues yo veo una cabeza de un animal”…

P. Pero ese móvil crítico…

R. Sí me gusta más el móvil crítico en los títulos que en la obra en sí. No digo: “Pues… voy a poner el título este, el de la “sociedad cariacontecida”, que este título se refleje en la obra…” No. Pero sí que igual tengo ese título y sí que utilizo otra gama de colores. Y, entonces, sí que queda más tétrico ese título y sí que le puedo meter otro toque de color como más luminoso.

P. O sea, que casi el título acota un poco, sirve de acotación: es esto, pero el cuadro es mucho más libre.

R. Sí, porque al final el título es lo del final. El título es lo último. Muchas veces ni pienso en el título. Ya digo: es que es un ejercicio plástico. Sí que tengo una idea de los colores que voy a usar, pero, por ejemplo, este [enseña otro cuadro] se titula Ofelia, por el famoso cuadro de La Ofelia yacente [de J.E. Millais]. Al final, es la combinación de los colores rosa por la mujer, como una especie de “o”, por Ofelia−, los verdes de las plantas entre las que estaba yacente… tiene esa explicación. Otra persona lo ve, no le das esta explicación, y dice: “¡Ah, vale, veo una “o”!” O en otro ves un número, o en aquel ves una cabeza, una oreja de un animal, así como de perfil… Es un poco todo eso. Sí que hay ciertos cuadros que llevan ese título, y otros títulos que me quedan por ahí, pues digo: “¡Coño, este le podría ir bien a este cuadro!” Pero, al final, de muchos de los artistas abstractos sus títulos eran Sin título I, Sin título II, Sin título III, ¿sabes? O Serie 1, Serie 2, Serie 3… O Nº 227, Nº 228 y Nº 229. ¿Por qué? Porque, si no, muchas veces sí que estás condicionando al ojo del que mira. Primero, tú ves el cuadro y, después, ves el título. Entonces, sí que después  puedes dar una explicación. Pero si tú le estás diciendo: “Mujer yacente sobre césped”, entonces ya es como: “¡Ah, claro!, entonces el verde es el césped; entonces el rosa debe ser por la mujer…” No. El cuadro tiene que hacer pensar a la persona.

P. O sea, que apruebas las interpretaciones subjetivas.

R. Totalmente, totalmente. Igual que tenemos distintas interpretaciones de los colores. El rojo, algunos dicen: “¡Es sangre!” , y otro lo verá y dirá: “Pues es una especie de color como de vino tinto”. El verde: “¡Ah, un campo de fútbol!”. O: “¡No, es un prado!” Al final, hay una gran aleatoriedad.

P. Otro de los elementos característicos de tu obra es el color,  su preponderancia, casi por encima de cualquier otro elemento estético o temático. ¿Por qué esa predilección por el color? Incluso en algunos cuadros, a partir del color evocar destellos que hagan pensar…

R. A ver…, el color es más vida, realmente. Uno trata de reflejar parte de su vida en lo que hace, y también muchas veces pensando en que, cuando la gente se lleva un cuadro, yo quiero que ese cuadro le transmita algo. A mí me gusta tener obras que no den miedo, digamos. Que tú puedas entrar en una casa, que tú entres en tu casa, te has llevado ese cuadro, por ejemplo, y entra alguien y lo ve y diga: “¡Coño, qué chulo!” o “No me gusta”. Pero que no diga: “¡Oh, Dios mío!” Digo lo mismo: a mí me das un Francis Bacon y lo querría para mí, dentro de lo “¡Uah, buh! ¡Ostia, qué miedo de cuadro!…” Pero yo sí que intento que a la gente le llame ese color, y que la gente piense y diga: “¡Coño!” Yo quiero que la gente se lleve algo que le guste, porque al final se llevan parte de mí, ¿sabes? No que les haga felices o que les haga tristes. Ahí los sentimientos de cada uno. ¿El arte es para hacer feliz?

P. No… Eso es una concepción del marketing…

R. Totalmente. Entonces, ¿por qué busco estos colores? Sí que busco combinaciones de colores que resulten y que llamen la atención. Piensa no sé los años que puede estar un cuadro mío o de otro pintor en una casa… Luego te mueres y queda para tus hijos o en un trastero o lo que sea… Pero puede estar muchos años colgado en una pared, entonces, al menos intenta que, día tras día, según vayan pasando los años, que le siga gustando o aportando algo.  Que no sea que, cada vez que entres, sea: “¡Joder, para qué…!” “¡Qué pasó para que comprara ese cuadro!” Intento eso…, esas gamas de colores, esos contrastes que, al final, te sorprendan un poco al ojo.

P. Enfatizo mucho esto del color porque a mí me gusta la fotografía y estoy estudiando sobre ello, y hay quien dice, quizá no tanto en el arte pictórico, pero que en la fotografía el color a veces dispersa de la escena que retratas, y en cambio el blanco y negro, ante la ausencia del color, te permite enfocarte más en lo que ocurre dentro de la imagen. No sé si alguna vez has pensado en enfocar algún cuadro de esa manera… Menos color y más carga escénica.

R. Sí que he hecho algunos en los que esa, digamos, carga de color era un poco más sombría, con pocos detalles de color, y que con esos pequeños trazos de un color más llamativo buscase resaltar ciertos factores. Pero, no, porque creo que esa parte la tengo más cubierta con los collages. Entonces, cuando trabajo con fotografías antiguas, son todas fotografías en blanco y negro, entonces limito más en ese aspecto. Después, de trabajar en blanco y negro…, salvo los [trabajos] de los perfiles, porque ahí sí que consigo con blanco y con negro, y puede que con algún toque de color−, pero sí me gusta ese contraste de que con sólo dos colores conseguir esos detalles sin tener que ir a perfeccionar completamente. Pero, prefiero el color, simplemente.

P. Algunos somos amantes del blanco y negro, otros del color, otros… Para gustos, colores, ¿no?

R. Sí, totalmente. Pues alguno dice: “Me gusta dibujar con lápiz, con carboncillo, etc.”… Vas a tener una gama de detalle y en ese color, pero me gusta más el manchar y el enguarrarme  de colores.

P. Es divertido, supongo. Siempre tuve la inquietud de intentar mancharme ahí, con un lienzo, sin tener ni idea, claro, pero a ver qué surge.

R. Porque siempre llama la atención, claro. Hay un estilo de pintura que es ejercicio pictórico puro y duro, no es: “Voy a dibujar la Torre de Hércules, la Torre de Hércules tiene que ser así”. Más o menos, claro, luego hago las interpretaciones que me da la gana. Y sé decir: “Quiero simplemente … cómo fluye la pintura, y el trazo…”, realmente. No el pensar todo el rato: “Ahora este movimiento, ahora este otro…”. Pues no, igual partes de un movimiento inicial, de arranque, y después va saliendo todo.

P. Esta pregunta que viene ahora, creo que para los que tienen siempre prisa no les va a gustar… ¿Tú crees que la paciencia, o el sosiego −porque también reiteras mucho esa idea−, es la mejor compañera de un artista en su proceso creativo?

R. ¡Buff! [silencio]. Hombre…, pues  no sabría qué decirte, la verdad… Lo que está claro es que, cuando estás tranquilo, sí que reflejas más en la pintura. Volvemos otra vez a lo mismo…ese sosiego, esa calma, sí que la reivindico un poco para todos los sectores de la vida, para todas las facetas de la vida… de intentar tener ese sosiego, esa calma, no estar siempre apurados de un lado para otro, que lo hablábamos antes… Un poco el caos, ¿no?, pero sí que me gusta ese caos y esa calma… O sea, tiene que haber ese contraste, ¿no?… Eso de: “El infierno es esto…” [risas] “…caos y calma”. Entonces, sí creo que hace falta ese sosiego. También soy una persona bastante tranquila, y creo que, al final, también se puede reflejar… Pero … que sí, que hay que buscar ese sosiego y esa calma… y esa enajenación y esa ira y rabia…

P. Porque luego…es curioso, porque si analizas un poco algunos de tus cuadros, te producen cierto desasosiego, porque es una amalgama de colores y de… ¡bum! de destellos …

R. Es un poco lo que es el jugar con eso, simplemente.

Foto: cool coruña

P. Puede ser como el resultado de… no de una contradicción, pero sí de un choque que busca un equilibrio …

R. Sí, pero es lo que decía… Cuando estoy más acelerado, el cuerpo me pide movimientos más rápidos, el expresarme de otra forma. Yo si estoy haciendo un retrato, tengo que ir con mucha más calma, no puedo ir … estar pintando ahí… ¡tututu!… O si estoy pintando la fachada de un edificio, pues necesito también ir a ese detalle… Si estoy pintando La Marina, ¿sabes? [risas] … mil ventanas, pues no puedo en un día de esos que ¡mmm! mi cabeza va a mil, que estoy acelerado… No, necesito ese sosiego y esa calma. Pero hay días que tengo que enfrentarme a ese encargo, que lo tengo que cumplir, y aunque esté  acelerado… pues necesito ese sosiego y esa calma. Muchas veces es como… ese clic… y ponerte a hacerlo, simplemente.

P. La vida como pintor, seas profesional o no, para todos los que se dedican a la pintura o al arte en general, creo que implica un cierto cambio de mentalidad también con el entorno que te rodea. Es decir, ves las cosas diferente, tienes una percepción distinta, o te fijas más en algunos detalles que, a lo mejor, todos pasan por alto. ¿Tú crees que esa vida de pintor, de tratar de buscar, en cierto modo, de distorsionar de algún modo la realidad, también implica un cierto cambio de percepción del mundo que te rodea?

R. No cambia la percepción del mundo, pero sí que estás más activo mentalmente. Yo puedo estar en un sitio tomando algo y me puedo estar fijando en la postura de una persona, por ejemplo, y digo: “¡Qué postura tan curiosa…!” Es como… digo: “Pues me gusta ese giro de cabeza…” O, me pasa muchas veces, que trabajo con ciertos elementos, sobre todo primeras etapas de los bodegones, que juegan con ese recuerdo, ¿no? Entonces, yo estoy en un sitio, en un bar de estos antiguos, y veo un botijo y digo: “¡Coño, los botijos!” Sí que me retrotraen… me acuerdo de aquel botijo que había en casa de mis padres o de mis abuelos… O esa botella de Casera o de gaseosa, ¿sabes? que te retrotraen… Entonces, sí que estoy más atento a esos pequeños detalles,… muchas veces consciente, muchas veces inconscientemente…, los busco…

P. Lo comento porque soy muy partidario de ser −lo defino en una frase− “abogado de lo que no se ve”. Es decir, tratar de fijarte en lo que nadie se fija. Eso puede servir de fuente de inspiración luego para, como dijiste, con las reminiscencias del pasado…

R. Sí, sí, es que eso ya parte de las inquietudes de uno. Yo, por ejemplo, como pintor, me gusta estar al tanto de todas las cosas que pasan. Es decir, hay una exposición de pintura y digo:  “¡Coño, pues quiero ir a verla!” Porque me interesa personalmente y, luego, porque ves cosas y encuentras cosas que te llaman la atención y de las que aprendes. Entonces, igual otra persona… pues esta exposición que hubo aquí de Picasso, pues no ha ido… o la de Sorolla… pues no ha ido, pues porque no le ha llamado la atención. Pues igual ha ido… a otra cosa, ¿sabes?, que yo no he ido. Yo sí que busco esas cosas… O me encuentro el catálogo de pintura de no sé qué… ¡pum! Me lo compro. O leo libros relacionados que me puedan ayudar o que me puedan aportar… Entonces, es un poco lo de cada uno… Si te gusta la fotografía, pues estás pendiente de la exposición de … pues aún no he ido, por lo típico del “ya iré, ya iré”, pues aún no he ido…, pero acabo yendo. Pero hay otra gente que dirá: “Pues a mí no me interesa la fotografía”, ¿sabes?… Entonces, sí que busco esas cosas que a mí me aporten, pero a la vez también sí que el día a día estoy: “¡Uy!, eso… ves…” O, tú sabes también con la fotografía: “¡Qué luz entra por ahí, qué curioso!, ¿no?” Pues yo creo que eso sí lo puedo reflejar en un cuadro.

P. El tema de las inquietudes también va un poco acorde con cómo va el mundo. Estamos en una sociedad muy impaciente, de ritmo frenético, de querer todo al momento, y entonces todo eso, de resultados inmediatos, y muy aparentes a primera vista… Entonces, tú como artista con cierta experiencia, ¿prefieres un arte que conmueva o el virtuosismo exagerado?

R. Es lo que hablábamos: Yo prefiero, sin duda, que conmueva o que transmita algo.

P. Y ahora, ¿cómo ves el panorama artístico? ¿Hacia qué lado, el del arte que conmueva o el del virtuosismo, se inclina más?

R. Complicado…¿eh? …[silencio]. Yo creo que, nuevo, nuevo, no hay nada. Entonces, al final, vas viendo un poquillo lo de los años anteriores… Hay gente muy buena. Sí que estoy viendo que está habiendo bastante tema de hiperrealismo,… pero ¡buff!  Lo del arte es como lo de los guantazos, hay… de tantos que… Es complicado… Primero, el que se meta en esto, tiene que tener mucha paciencia. Lo de la calma [risas], lo de la calma y el sosiego [risas]. Entrar aquí en este mundo e intentar vivir de él es… no te puedo decir imposible pero casi. Tienes que hacer otras cosas, ¿sabes? Solo pocos pueden decir que viven de la pintura. Aquí hay gente, por supuesto, y muy buena, pero a base de mucho trabajo. En esto, no puedes llegar y decir :“Voy a ser ya el… puto amo”. Es imposible. Es una carrera de fondo, totalmente. Es lo que te decía… Por eso, lo considero un poco −o un mucho− un oficio. Pues igual que la carpintería, igual que la escultura, … es oficio. Horas, horas, horas y horas.

P. ¿Alguna vez −porque creo que es importante ver el lado “negativo” del arte, porque, como tú bien decías, es muy difícil vivir del arte− alguna vez, a pesar de que será tu pasión…, alguna vez se te pasó por la cabeza desistir por completo?

R. No, por completo no.

P. O un parón, por lo menos, no sé…

R. A ver, son cosas que, por supuesto, siempre piensas, porque a veces te entran más encargos, porque a veces te entran menos encargos, porque hay veces que … Yo siempre digo que la gente no suele coger y salir a la calle y decir: “¡Vamos a comprar un cuadro!” No, la gente dice: «Vamos a comprar una camisa, o unos pantalones, o nos vamos a las rebajas”.

P. O la entrada del Deportivo…

R. O nos vamos a tomar algo. Entonces, al final, es complicado. Tienes que compaginar con otras cosas… a pelotas. Momentos de decir: “¡Uff, lo dejo! ¡Lo mando todo a tomar por culo!” Sí, continuamente, continuamente. Y el que te diga que no, es porque tiene detrás un gran respaldo.

P. Y esa…, no frustración, más bien impotencia, ¿te ha servido como elemento de inspiración?

R. Sí, sí, eso te ayuda a ser más constante. Y aparte… Primero, tienes que creer en ti. Si crees en ti, ya tienes bastante hecho. Y luego está que los demás crean en ti, que al final  son los que van a comprar. Digamos que tienen que verte…Te dicen: “Oye, ¿te apetece exponer aquí en mi bar, en mi local?” Pues, sí, porque tienes que empezar desde algún sitio. Muy raro que te venga una galería y te diga: “¡Quiero tu obra!”, ¿sabes? Como mucho, algunas galerías te pueden decir: “Pues sí, pues tráeme… déjame esto y probamos a ver cómo sale, o lo tengo como fondo de galería”. Por lo menos, puedes decir: “Tengo obra en tal y tal galería”. A veces sale, a veces no sale…

P. También imagino que, sobre todo al principio, uno tiene que moverse todo lo posible para salir en cualquier…

R. Claro, totalmente… Tú lo que no puedes es coger y empezar y que la gente te pueda venir al estudio, o empezar a mandar porfolio a una galería, con diez obras…. Tienes que tener un volumen de obra. Cuando la gente te dice: “¡Uy, pues cuántos tienes!”… Digo: “Sí, es que tienes que tener volumen”. Porque, entre que vas vendiendo o si te llaman para hacer una exposición o algo, tienes que tener una cantidad preparada. Otra cosa es que te digan: “Dentro de tres meses una exposición…” Vale, preparas algo ex profeso. Pero, si no, tienes que tener mucha obra y mucho trabajo.

P. Claro, no vas a ir a una galería con una obra e ir a vender la burra… Pero ya no es solo eso. Creo que también hay un paso previo que es el de exponerse, el de decir: “Doy el paso para tratar de vender lo que hago, hacer talleres, abrirme al público”…

R. Sí, sí, te expones a todo. Te expones a lo bueno y te expones a lo malo.

P. Imagino que, a lo mejor, a ti no te costó dar ese paso, pero es cierto que, en general, hay una cierta reticencia a enseñar lo que se hace por vergüenza, por …

R. Sí, sí, porque muchas veces no sabes… A ver, yo lo que hago a mí me gusta, está claro. Cuando trabajaba en diseño gráfico y presentaba una imagen corporativa, o algo de cartelería, presentaba siempre cosas que a mí me gustaban y de las que estaba convencido. Entonces, en esto es lo mismo. Yo hago una cosa, pero claro, tú no sabes si a la otra persona le va a gustar. Entonces, claro, a la hora de abrirte, de exponerte tú…

P. Vas con un poco de incertidumbre…

R. Claro, “esto no me gusta” o “esto me recuerda a no sé quién”… Es así, y es a todos. “Esto ya lo pintó tal…”Sí… evidentemente. Si pintas la Torre de Hércules… pues es la Torre de Hércules, ¿quién no ha pintado la Torre de Hércules? [risas] O ¿quién no ha pintado, en figurativo, una maternidad, también? ¿Quién no ha pintado retratos? Al final, estamos acostumbrados a ver infinidad de cosas… En el caso de la fotografía: “¡Ay, es que en blanco y negro de modelos la sacó no sé quién…!” Ya… Te expones a todo. Pues tienes que decir: “Bueno, creo en lo que hago, voy por un camino en el que voy trabajando, y en el que queda mucho por delante, ya se verá hasta dónde se llega”. Y listo.

P.Estoy de acuerdo contigo en que, al final, hay que tirar para adelante…

R. Claro. Tienes distintas formas de afrontarlo, también. Y el cómo te quieres exponer tú. No es lo mismo si te expones con treinta años, con veintipico años… Yo voy a hacer cincuenta y dos…

P. Pues no los aparentas, ¿eh?…

R. Pues gracias [risas]… Pero, claro, no es lo mismo, no es lo mismo. No tienes la misma vida que tienes a los veinte que a los treinta, que la vida que puedes tener ahora. ¿Qué asumo a la hora de exponerme con veinte o con treinta años?… Ahí está.

P. Casi nada, porque al final, eres joven y tienes todo por hacer…

R. Exacto, y puedes meterte en todos los fregaos, ¿sabes?… de ir a todas las cosas… Pero, después, digamos que vienen un sosiego y una calma y dices: “¿Dónde me meto?”

P. Esto también está relacionado con el río de la vida, ¿no?, que es móvil y, al final, uno evoluciona y evoluciona también su obra, su manera de enfocarla y de dirigirla. En ese sentido, tengo una cuestión referida, no sé, a lo que creo que puede ser el “síndrome del artista”. Ese perfeccionismo al detalle… No sé si tú lo has experimentado −una búsqueda de la perfección casi obsesiva− en algunos puntos de tu trayectoria.

R. No, la verdad es que no. Me preocupa además muy poco …

P. Pues tuviste muchísima suerte… [risas].

R. …la perfección. Pues sí, porque la perfección es, al final, una apreciación propia. Tú puedes creer que está perfecto y otra persona puede creer que no lo está, ¿sabes? Yo puedo esbozarte −hay varios formatos distintos− la Torre de Hércules y para mí está perfecto y, para otros, dirán: “No, pues porque no es exactamente así la Torre de Hércules…”. No hay esa perfección…o ese trazo a la hora de hacer un retrato. “Claro, es que no hay las proporciones…”, dirán. Yo no soy autoridad ni catedrático de Bellas Artes, ni nada de escuela de arte, ni nada… Entonces, el tema de las proporciones, el tema de los volúmenes y demás… Arriesgo, y me da igual esa perfección.

P. ¿Cómo entiendes todo el plano académico, del arte en general, de la música…? Escuelas de arte, conservatorios… ¿Tú crees que, aunque te enseñen mucho, pueden llegar a limitar la creatividad?

R. Sí. Yo conozco gente que ha estudiado Bellas Artes y que han estado limitadísimos precisamente por eso, porque te dicen: “Dibujo al desnudo”, y tienes que marcar unas proporciones, unos volúmenes y demás, y que hay veces que no funcionan así… Entonces, te limita en cuanto a eso… Está muy bien, sí, porque te está dando unos parámetros, aparte de todo eso estudias también historia y demás… Son cosas que te aportan, pero sí sé de gente que dice: “Estudié Bellas Artes, tío, sí, pero salí como…” ¿sabes? Y también hay mucha gente que viene de otros sectores artísticos, pero al final es que lo de la educación… En el colegio tienes lo de artes plásticas, que lo llaman… De pequeño, haciendo cosas con plastilina, pasas a las ceras Manley y… poco más. No hay una… Bueno, ahora aún parece que se incide un poquito más… sabes un poquito más de lo que hay. Pero el que quiera estudiar Bellas Artes, estupendo, pero…mmm…

P. …No es el único camino…

R. …No hay una necesidad académica… ni mucho menos. Al final, ….del día a día, de ver… Mucha gente rechaza todo ese… encorsetamiento que hay en ciertas enseñanzas. Igual que grandes músicos que han aprendido de oído, o en su casa, o con partituras, o lo que sea… O en fotografía, a base de disparar, disparar, disparar, y cagarla en manual, ¿sabes?

P. Y algunos músicos que ni han aprendido… como Bob Dylan, que yo creo que, como músico…, deja mucho que desear…

R. [Risas].

P. … Pero, bueno, esa es una apreciación personal… Pero que ni en la guitarra casi ni la sabía tocar bien…

R. Claro, claro… Entonces, es un poco ir adaptándote y cada uno buscar su camino, y ver un poco lo que te puede ayudar.

P. Ya para terminar. Creo que vas a estrenar exposición….

R. Sí, es el miércoles 27 de marzo, en Porto Alé, un local muy chulo que hay en Santa Cruz, delante de la playa, en el paseo justo al lado del mar… Es una gente que hace cerveza artesana… Me llamaron por si me interesaba hacer allí una pequeña exposición, y ahora mismo [en la fecha de grabación de esta charla] estoy preparando un poquillo todo.

P. Bueno, pues cerramos ya aquí la grabación. Podemos seguir hablando más distendido sobre cosas en las que me he fijado al ver tu obra en el Mercado de las Nubes de Primavera, y ahora en tu estudio…

R. Venga, me parece bien.

La explosión cromática que emana del estudio de Román demuestra su destreza con el tratamiento del color.

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